[post_page_title]Demasiado ocupado como para hablar[/post_page_title]
Pasaron algunas semanas. El hombre seguía en Seattle en un misterioso trabajo, mientras Jenn vivía en California, a donde se había mudado para, supuestamente, cumplir los sueños de su marido. Pero algo extraño ocurrió cuando ella lo fue a buscar al aeropuerto.
El muchacho estaba pegado a su celular. No podía parar de escribirle mensajes a una persona. Estaba tan enganchado con su teléfono, que ni siquiera le hablaba a su mujer. Esto le llamó mucho la atención a ella, sobre todo considerando que llevaban semanas sin verse.